En la terapia de vidas pasadas, hay una teoría interesante que dice que algunas personas pueden sentirse mal emocionalmente o tener patrones negativos en su vida porque tienen «almas perdidas» o espíritus de personas fallecidas apegados a ellas. Estos espíritus serían de personas que, por algún motivo, no lograron avanzar después de morir y se quedaron en nuestro plano, muchas veces atrapados por emociones fuertes como el miedo, el apego, o simplemente por no querer aceptar su muerte.

Se cree que, al quedarse en nuestro mundo, estos espíritus pueden “engancharse” a personas vivas, lo que a veces puede generarles emociones que no entienden o comportamientos que parecen extraños o ajenos, como si no fueran realmente suyos. Algunas personas experimentan una tristeza que no pueden explicar, ansiedad sin motivo aparente, o patrones de conducta que incluso pueden ser autodestructivos, y esta teoría sugiere que estos síntomas podrían ser el resultado de esas “almas perdidas”.

La terapia, entonces, busca ayudar tanto al paciente como al espíritu. Durante las sesiones, y a través de técnicas como la hipnosis, el terapeuta intenta contactar con el espíritu y ayudarlo a resolver lo que dejó pendiente, guiándolo para que siga su camino. Al liberar al paciente de esa influencia, la persona suele sentirse más tranquila y en paz. Aunque esta idea puede sonar un poco extraña o incluso mística, lo importante es que, después de este proceso, muchas personas dicen sentirse emocionalmente mejor, como si hubieran soltado una carga que no sabían que llevaban.

La terapia de vidas pasadas se centra en el bienestar del paciente, ayudándolo a liberarse de estas influencias negativas, sea cual sea la explicación detrás.